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Mujeres de la vanguardia española: María Blanchard

María Blanchard (Santander, 1881-París, 1932) forma parte de ese grupo de artistas que revolucionaron el arte en el París de las primeras décadas del siglo XX. Una mujer, y española, que fue partícipe, en primera persona, de uno de los momento más importantes para la historia del arte y que, sin embargo, todavía hoy sigue sin ser lo suficientemente reconocida en los manuales de arte.
María Gutiérrez Blanchard había nacido en el seno de una familia burguesa, criándose en un ambiente intelectual que quizás fuera el causante de su inclinación por la pintura.  El lienzo se convertiría para la pequeña María en una vía de escape donde plasmar sus inquietudes y evadirse de las burlas que podía sufrir debido a unas malformaciones físicas que un accidente de su madre durante el embarazo le habían causado.

María Blanchard.
En 1903, María decide estudiar pintura y marcha a Madrid para formarse junto a pintores como Emilio Sala, Fernando Álvarez de Sotomayor y Manuel Benedito.  El año 1909 supone un punto de inflexión en la carrera de la artista, pues obtiene una beca de la Diputación de Santander para estudiar en París, la capital mundial del arte por aquellos momentos. Allí  recibe clases de Anglada Camarasa y Kees van Dongen, y poco a poco va desplazando ese naturalismo decimonónico en favor de las nuevas corrientes modernas, adquiriendo una libertad creativa que podemos apreciar en obras como La comulgante (1914).
En 1913 regresa a Madrid, donde comparte estudio con el pintor mexicano Diego Rivera. Pronto comienza a introducirse en la vida intelectual madrileña, asistiendo a la tertulia de Ramón Gómez de la Serna en el célebre Café Pombo. En 1915 participa en la exposición “Los pintores íntegros”, organizada por Gómez de la Serna en Madrid y dedicada al arte cubista, lo que supuso un escándalo en una ciudad todavía tan atrasada en cuestiones artísticas como Madrid.  Finalmente, en 1916 abandona España para instalarse de manera definitiva en París, donde se convertirá en una de las máximas representantes de esa segunda ola del cubismo.  La pintora vio en la capital francesa un lugar donde poder expresarse libremente sin ser coartada por los principios conservadores de la sociedad española del momento.

La comulgante, María Blanchard, 1914.
La obra que realiza María Blanchard entre 1913 y 1920 se enmarca dentro de un cubismo sintético y lleno de colorido cercano a la estela de Juan Gris, de quien era buena amiga.  Durante esta etapa se alza como una de las figuras más relevantes del movimiento, participando en discusiones cubistas y entablando gran amistad con artistas como Lipchitz y André Lhote. Esta etapa también supondrá el reconocimiento público de la artista, quien llegará a participar en exposiciones junto a otros grandes nombres del cubismo.  Este éxito de la pintora tiene su punto culmen en el Salón de Otoño de 1920, donde triunfa con su obra La Comulgante, que había pintado seis años antes.
A partir de 1919, y hasta su muerte en 1932, la obra de la artista entra en una nueva etapa marcada por el retorno a la figuración, influenciándose de corrientes como la Nueva Objetividad y el realismo mágico. A partir de este momento María nunca abandonará la figuración, si bien ésta estará siempre fuertemente marcada por recursos cubistas. Hay autores que consideran esta nueva etapa figurativa como un retroceso respecto de la etapa anterior, aunque la pintora se mantuvo siempre del lado de las vanguardias artísticas. En estas obras de su última etapa suelen abundar personajes femeninos, dotados por un tratamiento de la luz que genera, como afirman los estudiosos de su obra, texturas algodonosas. Su obra Maternidad oval (1921-22) es un claro ejemplo de esta etapa.

Composición cubista, María Blanchard, 1916-1919.
Esta etapa viene a coincidir con una profunda depresión de la artista, que se agravó en 1927  por la muerte de su gran amigo Juan Gris. Entra así en una fase mística y de recogimiento espiritual que se verá reflejada en su obra, ahora convertida, en parte, en expresión de su vida interior. Sus últimos cuadros se tornan así mucho más traslúcidos y melancólicos.
Tras su muerte en 1932, la figura de María Blanchard sufrió, al igual que sucedió con otras artistas de las vanguardias, un proceso de relegación que hizo que su obra se desvaneciera de la historia del arte, siendo algunos de sus cuadros atribuidos a Juan Gris. Por suerte, su carrera ha sido rescatada y revisada en los últimos años gracias a exposiciones como la que le dedicó el Reina Sofía entre octubre de 2012 y febrero de 2013. Pero el tiempo siempre se toma la justicia por su cuenta, y hoy día María Blanchard pasa por ser una de las pintoras más relevantes de la vanguardia europea y española.
Vía| MUÑOZ, P., Mujeres españolas en las artes plásticas: pintura y escultura, Madrid: Editorial Síntesis, 2003; OROPESA, M., OSACAR,E., Creadoras del siglo XX, Junta de Andalucía, Consejería de Cultura, 2009; RODRIGO, A., Mujeres para la historia: la España silenciada del siglo XX, Barcelona: Ediciones Carena, 2002

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